En 1973, tras el gran Transformer, Lou Reed saca a las calles su
tercer album solista. Se trataba de un disco conceptual llamado Berlin, que -fiel a las tématicas del poeta de Brooklyn- giraba
alrededor de las penurias de una pareja urbana atravesada por diferentes
tipos de violencia. Contra los otrxs y contra ellxs mismxs. A pesar de
la poca repercusión de este álbum, Reed saca un año después un disco
novedoso desde varios lugares: Será el primero sin canciones de su etapa
en Velvet Undergrond, será el primero integramente grabado en EE.UU. y
el mejor ubicado en los rankings. Pero más allá de las cuestiones
estadísticas, en Sally can't dance -4to album en dos años-, Lou Reed
vuelve a mostrarnos su capacidad para contar historias privadas pero
que a la vez desnudan a los grandes colectivos anónimos, como lo son las
ciudades.
También contenía temas que combinaban crudeza con imaginación, tal el caso de la siguiente, llamada "Animal Language". Esta canción inspiró a Lou y su compañera, Laurie Anderson, a organizar al año siguiente en Sidney, Australia, un concierto exlusivo para perros.
También contenía temas que combinaban crudeza con imaginación, tal el caso de la siguiente, llamada "Animal Language". Esta canción inspiró a Lou y su compañera, Laurie Anderson, a organizar al año siguiente en Sidney, Australia, un concierto exlusivo para perros.
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