sábado, 25 de julio de 2015

Suicide (1975)

Si tuviéramos que pensar en el pariente perdido entre Gene Vincent y la música electrónica, también tendríamos que recurrir a la New York de los años 70, donde tomó forma un dúo atípico para la ciudad, aunque no tanto para ciertas vertientes de música contemporáneas que se cocinaban alrededor del mundo e incluso en otras ciudades estadounidenses: Suicide.
La conexión no está en la superficie, la primera vez que se les escucha, pero las máquinas accionadas por la locura de Martin Rev, esconden melodías heredadas del rockabilly mas anciano y la voz caótica de Alan Vega, encaja en una suerte de Elvis sin ningún tipo de control.
De todos modos, Suicide fue algo más que un grupo de rock con sintetizadores. En realidad no podemos calificarlo. Sería como si Lou Reed puliera un poco su Metal Machine Muisc y le pusiera sus letras de desesperanza urbana.
Martin Reverby y Boruch Alan Bermowitz (Los reales nombres de Martin Rev y Alan Vega, respectivamente), forman Suicde en 1970, en el contexto del The Project of Living Artists, un espacio subvencionado para promover nuevos artistas. Allí, Rev jugaba a fabricar sonidos en un grupo de Free Jazz llamado Reverend B y Vega hacía esculturas con basura. Pero no pasaría mucho tiempo para que decidieran hacer algo juntos. El problema era como llamarlo. Surgió Suicide -Inspirado en un personaje del comic Ghost Rider-, e inmediatamente Alan Vega se lo escribió en la espalda de su campera de cuero. Caminó unas pocas cuadras con ella y fue agredido de todas formas: Comprendió que era el nombre perfecto. A ello le añadieron una imagen impactante, inspirada en los pandilleros de Manhattan, que no se reducía solo al escenario y que hizo que los peatones lo piensen dos veces antes de agredirlos nuevamente. Año 1970, con camperas de cuero, jeans rotos, pelo afro, pañuleos en la cabeza, anteojos gigantes, etc.
Rev tenía las llaves del espacio del The Project of Living Artists. Allí vivía con su novia y pronto se sumó Alan, que no tenía casa. Su primeros ensayos contaban con instrumentos convencionales, pero pronto advirtieron que los alaridos de Vega encajaban mejor con un teclado Wurlitzer. Al tiempo suman a la novia de Martin a la batería y a un guitarrista, pero dura poco: Suicide sería un dúo. Pasaban de ser una bola de ruido inaudible a música digital con susurros.
Su debut, no podía ser en otro lugar que su propia ámbito: el Project of Living Artists. Estaban seguros que su propuesta sería bien recibida allí. Pero poco después de empezado el recital, empezaron a volar sillas y mesas. Tuvieron que huir de su propia casa. Parecía que todo estaba arruinado, mucho mas en una ciudad donde no era sencillo encontrar variantes para tocar lo que ellos hacían. Comenzó así un largo peregrinaje por diferentes clubes de New York, de los cuales fueron expulsados con igual o mayor virulencia. Además, Suicde no encajaba en la subcultura reinante en la New York de entonces: Glam rock y drogas para autodestruirse. Martin Rev dice: "…nosotros hacíamos una cosa tan rara, hacíamos la nuestra. No nos sentíamos parte de ninguna escena. Y no nos drogábamos. Y no por nada. Habíamos probado casi todo: ácido, cocaína, marihuana, crack… Pero simplemente no era nuestra historia”.
Alan Vega se dedica un tiempo a la escultura y consigue ubicar sus obras con desperdicios en algunas galerías, donde aprovecha para colar a Suicide. Pero la cosa seguía siendo rechazada. Era todo muy bestia. Y empiezan a vender su estilo, en los flyers, con una palabra que aún no refería a escena o movimiento alguno. Un simple calificativo hacia lo indeseable: Música Punk.
La audiencia de Suicide no superaba la veintena al comenzar el recital y a los 10 minutos apenas contaba con cinco. Para desafiar a los huidizos, Vega incorporó a su performance cadenas, las cuales revoleaba a los que se iban, cuando no bajaba del escenario -si había- y la emprendía a trompadas contra el público. Inspirado en Iggy Pop, contemporáneo a los Electric Eels de Cleveland y mucho antes de GG Allin, las lesiones autoinfligidas en el escenario por Alan Vega fueron un antecednete del punk más crudo y visceral.
Así dan con el mentado CBGB, según Martin Rev, mucho antes que se haga famoso. Debutaron allí con un grupo de Brooklyn llamado The Fast. Era un lugar de mierda donde Suicide podía hacer su música de mierda para gente de mierda.
Los años pasaron y Suicide nunca encontró su lugar en su propia ciudad, ni siquiera luego dar un inolvidable show en el Max Kansas’s City antes de que lo cerraran. Se paseó por bares de la comunidad gay neoyorquina como el Mother, y allí la cosa mejoró. Pero de esos años oscuros, poco quedó registrado. El 77 sería el año en que grabarían su primer disco. Antes de eso, solo quedan grabaciones como la siguiente, en el lugar que los vió nacer y recibió y expulsó otras tantas veces: el Project of Living Artist.


Fuente: http://www.jotdown.es/2013/07/suicide-los-anos-salvajes/

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