jueves, 2 de julio de 2015

Georges Brassens (Francia)

Georges Brassens fue un trovador francés nacido en Sête en 1893. Para conocer un poco más de que se trató su obra libertaria, dejamos el siguiente texto:
"El 6 de marzo de 1952, un Brassens desesperado se acercaba hasta el cabaret de la Patachou para mostrarle alguno de los temas que habían nacido de su guitarra. Eran canciones contracorriente, textos iconoclastas, irónicos, obscenos, divertidos, entonadas por un tipo desmesurado con pinta de oso adormecido. Patachou escuchó La mauvaise reputation y Le Gorille y quedó impresionada; le pidió que volviese al día siguiente para entonar esas canciones. Brassens se negó; nunca había pensado que él debía ser el intérprete de esos textos: "Las traigo para que las cante usted", le dijo. "No, no, estas canciones son tuyas, debes cantarlas tú mismo". Al día siguiente debutó y todo París hablaba del "descubrimiento". Desde entonces, este hombre hosco, desgarbado, atractivo y despegado de las tentaciones mundanas, se convirtió en el ídolo musical y personal que una Francia rendida por el cansancio de las guerras, necesitaba. Hoy día, todos los hogares galos poseen al menos un ejemplar discográfico de Brassens. Alguien debería contar a todos esos jóvenes que alucinan con los textos underground del rap, que encontraron en la voz de Lou Reed la metáfora del derrotado, que se identifican con la sordidez de un Bukowski encarnado en Tom Waits, alguien debería decirles que esa estética del perdedor, que esa simbología de la rebeldía se encuentra desde hace más de 40 años en Georges Brassens. Así de claro. Brassens fue un anarquista declarado. Un hombre que alcanzó la gloria de ser distinguido con el Premio Nacional de Poesía de la Academia Francesa de la Lengua, desde la constestación de sus textos más viscerales. La anarquía, el amor, el sexo, la ironía y la individualidad, fueron los ejes que marcaron no sólo su obra musical y poética, si no el contorno de su propia vida. (…)Brassens se mofaba de todos los burgueses bienpensantes con los peores insultos que en abundancia posee la lengua francesa. Esa forma de rimar sus pensamientos, esa clarividencia para encontrar un lenguaje popular, directo, humano y divertido, le abrieron el corazón y los hogares de todos sus compatriotas. (…)Alguien le preguntó en cierta ocasión por qué salía a cantar siempre con la pipa en la boca. "Porque soy más fumador que cantante" respondió con lucidez. (…)El día que se le reprochó que sus canciones eran monótonas, simples y vulgares, Brassens reunió a sus amigos al frente de Moustache y dejó para el recuerdo un doble album con la versión jazzística de sus éxitos, que asombró a todos los músicos. Georges Brassens murió como quiso morir. Solo, sin ayuda, sin dar pábulo a la piedad. Enfermo de gravedad, pidió a sus familiares que no le atosigasen. Cuando el cáncer de hígado amenazaba con minar sus fuerzas, consintió que le instalasen un timbre con el que pedir ayuda en caso de necesidad. La mañana del 29 de octubre de 1981, sus familiares se encontraron con el cadaver de Georges. Murió a los 60 años sin tocar el timbre. Tal como había vivido. Murió solo, pero rodeado del fervor popular que ni aún hoy le ha olvidado. Enterrado en el cementerio de los pobres de su natal Sète, cerca de donde yace su paisano Paul Valèry ("Si sus versos son de más alto nivel/ mi cementerio es más marino que el de él/ Dejémonos de discusiones", Brassens deja un legado de 12 discos donde el francés medio encuentra la voz de su propio testimonio. La voz de un cantante que sólo se consideró un juglar, un contador de historias: "Tengo verdadero talento para unir unas palabras con otras, pero no creo que se trate de verdadera poesía. Es una especie de habilidad, una ternura que pongo en mis canciones". Qué sabía él... "
Joaquín Carbonell
Publicado en la revista GHAITA-1995.

No hay comentarios:

Publicar un comentario