sábado, 22 de agosto de 2015

The Clash (1977) Pt. I

En 1977, Mark Perry (Editor del señero punkzine inglés Sniffin' Glue) aseguró que en el momento en que The Clash firmó contrato con CBS, el punk murió. Siguiendo tal teoría, esto ocurrió el 25 de enero de 1977. Y por la asombrosa suma de £100,000, si pensamos que se trataba de una banda de apenas seis meses de vida.
Pero como veíamos en el repaso del disco debut de The Damned, entre 1976 y comienzos del 77 no existían una amplia gama de sellos independeintes que permitan a las nuevas bandas grabar y publicar en condiciones de cierta independencia. Ni siquiera Chiswick Records o Stiff Records, sellos menores al lado de los monstruos multinacionales, aplicaban una ética apartada completamente de las reglas del mercantilismo más acérrimo. Es cierto, como notaba Rat Scabies de The Damned, que con Jacke Riviera de Stiff se podía hablar de música, cosa que seguramente no sucedía con los ejecutivos de E.M.I., Warner, Virgin o CBS. Ante este panorama, cabe preguntarse ¿Y por qué no recurrir a la auto producción y auto publicación a partir de sellos caseros si lo que identifica al punk es la urgencia por decir y hacer? Bien, esto tal vez tome más forma durante el año 77 con grupos como Buzzcocks o Desperate Bicylces. Seguramente entre los que veían al punk como vehículo de coherencia estaba Mark Perry, quien intentaría llevarlo a la práctica pronto no sólo con su punkzine, sino también formando su propia banda.
Pero es probable que las prioridades o urgencias de The Clash, a fines de 1976, no sean exactamente las mismas que las del resto de lxs punks. Más allá de las directrices estéticas que añadió Bernie Rhodes al grupo por esos días, al convertirlos en cuatro combatientes urbanos, luciendo sus uniformes manchados de pintura, con consignas confrontativas y letras como paltaforma política que añadían al punk rock una cualidad de choque mucho más seria que la simple incomodidad al transeúnte, The Clash debía asegurarse llevar ese complejo entramado a la mayor cantidad de lugares posibiles. The Clash sabía ya por entonces que se trataban de un auténtico proyecto. 
Si firmaban con Chiswick o Stiff, quedarían inmersos en un circuito de distribución que difícilmente supere el de las grandes ciudades de las islas. Del otro modo, sus discos podían encontrarse desde el pueblo más pequeño del Reino Unido hasta en cualquier capital europea.
De todas formas, la relación con CBS traía aparejada una inevitable perdida de autonomía, más allá de que, por parte del grupo, se muestre una preteción a cambiar las cosas "desde adentro".
Aunque The Clash no estaba formado por adolescentes, no dejaban de ser novatos en cierto punto. Y no iba a pasar mucho tiempo hasta que se dieran cuenta que al sello no le importaba tanto el crecimiento de la banda como sacar réditos lo más rápido posible mediante sus grabaciones y campañas publicitarias. Por lo tanto, giras, personal técnico de las mismas, artistas abocados a las campañas gráficas, entre otras cuestiones, terminarían siempre a cargo de los músicos.
En marzo de 1977, sale a la calle White Riot, el primer single pactado en el contrato. El tema formaba parte de las sesiones de grabación que el grupo había realizado durante tres semanas de febrero en el Studio 3 de la CBS, en Londres.  De estas saldrían las canciones que conformarían el LP debut, lanzado el 8 de abril.
Durante esos días de grabación, Terry Chimes fue el baterista, quien ya tenía en mente abandonar el grupo porque no se sentía identificado con el perfil que estaba adoptando el punk, no sólo por parte de The Clash, sino también en general. Aunque aparece en los créditos del álbum como "Terry Crimes", en la tapa sólo se ve a Joe Stummer, Paul Simonon y Mick Jones. Dicha foto fue tomada por la fotografa Kate Simon en la puerta de la sala de ensayo en Camden Market. Por otr lado, el artista polaco Rosław Szaybo (quien había trabajado previamente para Elton John, Janis Joplin y Santana), daría los detalles finales a la portada.
Uno de los primeros indicios de la arbitrariedades devenidas de pactar con una multinacional, fue la negativa de CBS de publicar simultáneamente el disco The Clash en EE.UU. Lxs "cerebros" encargadxs del área artística del sello, consideraron que el sonido agresivo y las letras desafiantes de la banda no serían bien recibidas en norteamérica. Dos años tuvieron que pasar para que el debut del cuarteto londinense salga a la luz oficialmente allí, no sin algunas variantes en el tracklist. Hasta entonces, la edición inglesa de The Clash se había convertido en el disco importado más vendido entre 1977 y 1978.
Es probable que las críticas al capitalismo, la autoridad y la sociedad desperdigadas en el aún escueto repertorio orginal de The Clash, se contrapongan con el vinculo sellado con una mltinacional, apenas medio años después de su coformación. Suena lógica, entonces, la decepción de un punk como Mark Perry, convencido de que ser eso, un punk, era algo más que comportarse como un pendejo molesto (La realidad indicaría que en menos de un año, grupos como The Jam o los propios Sex Pistols se agregarían a las filas de grandes compañías disqueras). Tal vez lo que Mark no podía ver, por el hecho de estar en el centro del tornado, era que el punk de esa primera hora estaba construido, voluntaria o involuntariamente, por un endeble entramado de "traiciones", que dieron contornos a su amplia variedad estética y ética. Y que haría que cada individuo, que se llame a si mismo "punk", considere su estética y su ética, como las adecuadas. Traciones que incluían a la sociedad de sus padres, a los colegios que los habían formado por años, al sistema social, a las ideológías, a la cultura del consumismo, al rock and roll, etc. Escuchar el primer disco de The Clash nos permite disfrutar sin culpas, esa combinación de decisiones apresuradas que se traducen en placenteros errores. Como diría Evaristo Páramos, años después en la canción "Capitalismo" de su banda La Polla Records, "Que cojonudo poder decidir, dentro de un círculo y sin poder salir".



Fuente:  www.theclashblog.com

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