martes, 18 de agosto de 2015

Suicide (1977)

En 1977 Marty Thau, un personaje vinculado a la escena musical neoyorquina desde los 60 y exmanager de los New York Dolls, funda su propio sello discográfico: Red Star Records. La primera banda que ficha para grabar en él eran unos viejos batalladores del under local, cuya propuesta sonora marginal y rara entre muchas otras, no conseguía quedar plasmada en un L.P.
Finalmente ese año, el de la consolidación de un conjuntos variopinto de ruidos e ideas bajo la denominación de punk, ellos consiguen registrar el tan buscado disco con la producción del propio Thau y de Craig Leon (hombre detrás del debut de The Ramones un año antes).
Una vez dentro de los Ultima Sudios de New York, los Suicide (Alan Vega y Martin Rev) tardaron solo cuatro días en grabar las siete canciones que integran su primer disco homónimo, las cuales resumen siete años de trayectoria sinuosa pero no ignorada.
La publicación del álbum significó el descubrimiento del dúo y su propuesta para mucha gente, especialmente del otro lado del océano. John Lydon hizo una reseña para New Musical Express, mostrándo su grata satisfacción al oir aquello. No es de extrañar viniendo de un fan del krautrock de grupos como Can. 
Suicide, el disco, nos intruduce en una trayectoria signada por la no convencionalidad de sus sonidos. Sería injusto decir qu durante los 70 tal modo de expresarse haya sido potestad único del dúo Rev-Vega. Basta pensar en la recién mencionada generación alemana post progresiva, o en el proto industrial de los aún subterráneos Cabaret Voltaire o Throbbing Gristle. Pero Sucide no renunciaba completamente a las estructuras del rock and roll más clásico. Y si entre tanta monotonía, ruidos taladrantes repetidos hasta el infinto y frecuencias sonoroas diversas puede advertirse algo de Elvis, Gene Vincent o Eddie Cochran es por la influencia musical de Alan Vega, atravesada por esos años fudacionales del rock y el rockabilly.
El sintetizador y la caja de ritmos empleado por Sucide han hecho que sean considerados muchas veces como precursores del Synth Pop o que su música haya sido etiquetada de Synth Punk. Pero lo de ellos era rock. Quizás eso se perdía trasladado al vinilo, porque un alto porcentaje de lo que Sucide era, se apreciaba por sus agresivas performances. Tal vez la manera más directa que hayan encontrado para representar tmas como "Frankie Teadrop", donde ese obrero fabril llamado Frankie termina eliminando a su familia frente a la desesperación de no poder hacer frente a los gastos cotidianos. Una desesperación que parecía apoderarse de Alan, de Martin y que podía alcanzar a la audiencia envuelta en alaridos y el eco de taladrantes martilleos.
Claro que no todo fue aplausos. Mientras en Inglaterra los elevaban a la categoría de vanguardia, los enquilosados críticos de la Rolling Stone los calificaban de arrogantes, pueriles e insensibles, mientras se seguían (y siguen...) haciendose pis con los dinosaurios de Led Zeppelin, Eric Clapton o Bob Dyaln. Claro que veintiséis años después, con el reconocimiento consumado, ubicaron a Suicide entre los 500 mejores álbumes de la historia.

Suicide animó a muchxs a trascender las fórmulas tradicionales del rock, más allá de que ello se vea reflejado en una etiqueta llamda Industrial, Synth Pop o Post Punk.
Punk o no, Alan Vega lo resume de la siguiente manera:
"Donde yo crecí, en Brooklyn, ser un punk era ser un cobarde, era el que huía de las peleas.'Sos un punk. Sos una rata. Sos nada'. Ahora adquiere esta connotación de que ser punk es ser un tipo duro o una revolución, ¿están jodiendo? Así fue que en 1972, para promocionar uno de nuestros primeros conciertos, me gustó la palabra y utilicé el término 'punk music para las masas', tal vez sin darme cuenta de que se estaba convirtiendo en algo más. Un día me despierto y veo la palabra 'punk' por todos lados. Fue entonces cuando dejó de tener sentido para mí. Alguien dijo que Suicide tenía que ser la banda de punk definitiva, porque incluso los punks nos odiaban"

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