"La historia del punk en Canadá parece borrosa. Bandas que nacían y morían aisladas. Las grabaciones son escasas. Y escuchabas alguna de ellas esporádicamente. A pesar de las prósperas comunidades musicales en ciudades como Ottawa y Calgary, que florecieron al mismo tiempo que en Londres y New York, las bandas de Canadá nunca llamaron la atención de los medios internacionales como sus pares del sur y del otro lado del Atlántico lo hicieron. Fueron una arquetípica muestra de la modesta existencia canadiense, solo que con más historias sobre popper y sexo en la vía pública. No vas a escuchar el grandilocuente acorde inicial de una canción de Lowlife durante un partido de baseball en Milwaukee, ni el cantante de Electric Vomit estará tratando de venderte manteca entre las noticias del deporte y el pronóstico del tiempo en el noticiero de la noche.
Entonces, así ocurrió que la primera ola del punk canadiense, chicos alienados viviendo en ciudades alienadas, desaparecieron de nuestra memoria cultural colectiva, desaparecieron de nuestras tiendas de discos, y, en algunos casos, sólo desaparecieron.
Es un destino injusto. Considerando que Zoom, precursor tanto de The Diodes como de The Viletones, estuvo entre los primeros grupos punks del mundo en autopublicar su propio disco. The Curse, de Toronto, fueron la primera banda punk completamente femenina de Norteamérica. D.O.A creo una red continental autogestiva de giras que aún sigue usando y fueron la primera banda en utilizar oficialmente la palabra “hardcore” para describir su música. Bandas pre-punks como The Dishes, prepararon el terreno para grupos queercore como Pansy Division y Limp Wrist en los 90, mientras en Regina the Extroverts erigían el primer lugar de la ciudad dedicado a promover bandas que tocaran música original. Este perdura hasta el día de hoy.
La lista continúa. Pero el legado de estos grupos va más allá de los oscuros rincones de algún barsucho o los polvorientos estantes de los coleccionistas de discos. El punk en Canadá fue una fuerza cultural transformadora que atravesó cada adormecida y plácida ciudad, desde Victoria a St. John. Este no es el Canadá que describe el tradicionalista escritor Pierre Berton, pero es tan real como crucial. Y tiene una forma, forma de vómito."
Entonces, así ocurrió que la primera ola del punk canadiense, chicos alienados viviendo en ciudades alienadas, desaparecieron de nuestra memoria cultural colectiva, desaparecieron de nuestras tiendas de discos, y, en algunos casos, sólo desaparecieron.
Es un destino injusto. Considerando que Zoom, precursor tanto de The Diodes como de The Viletones, estuvo entre los primeros grupos punks del mundo en autopublicar su propio disco. The Curse, de Toronto, fueron la primera banda punk completamente femenina de Norteamérica. D.O.A creo una red continental autogestiva de giras que aún sigue usando y fueron la primera banda en utilizar oficialmente la palabra “hardcore” para describir su música. Bandas pre-punks como The Dishes, prepararon el terreno para grupos queercore como Pansy Division y Limp Wrist en los 90, mientras en Regina the Extroverts erigían el primer lugar de la ciudad dedicado a promover bandas que tocaran música original. Este perdura hasta el día de hoy.
La lista continúa. Pero el legado de estos grupos va más allá de los oscuros rincones de algún barsucho o los polvorientos estantes de los coleccionistas de discos. El punk en Canadá fue una fuerza cultural transformadora que atravesó cada adormecida y plácida ciudad, desde Victoria a St. John. Este no es el Canadá que describe el tradicionalista escritor Pierre Berton, pero es tan real como crucial. Y tiene una forma, forma de vómito."
Sam Sutherland, Juventud perfecta. El nacimiento del punk en Canadá.
Afiche promocionando las dos primeras presentaciones de los neoyorquinos The Ramones en Toronto. Los días 24 y 25 de septiembre de 1976 en el New Yorker. Dos jornadas claves para la proliferación del punk en Canadá.
"Considerado
entre los países más creativos a nivel internacional, Canadá suele jactarse de
su reconocido talento musical el cual, a través de diversos géneros, ha
obtenido éxito en el amplio circuito comercial. Sin embargo, pocas veces se
reconoce a la innovación que se inició cuando un puñado de niños escandalosos
comenzaron a crear sus propios espacios para llevar a cabo su original y rara
música de fines de los 70. Rechazados en los tradicionales lugares de música en
vivo que preferían músicos sesionistas tocando versiones de temas populares, la
juventud canadiense se vio forzada a adaptarse e innovar, encontrar o crear
espacios que toleraran pendejos con la cara llena de granos tocando canciones
freakys y desafinadas, escritas ese día con instrumentos aprendidos durante la
semana. Crearon sus propios espacios alquilando salones comunitarios. Crearon
sus propios medios de comunicación, escribiendo y distribuyendo fanzines.
Grabaron sus propios singles, usando cualquier tecnología disponible, doblando
los sobres internos de los discos fotocopiados en el sótano de la casa de sus
padres (…) Más allá de los cortes de pelo y jeans ajustados requeridos, el punk
en Canadá se trataba de dar una mirada a tu barrio, a tu ciudad, y darte cuenta
que tus amigos y vos tenían el poder de hacerlo un mejor y más interesante
lugar.
En muchos
sentidos, el punk estaba hecho para un país como Canadá. Como una mutación
urbana del rock & roll de los años 50, el punk se enfocaba en la miseria y
el speed, la impersonalidad de los rascacielos y la anatomía de los callejones
oscuros. Esto podría jugarles en contra, pero un tercio de la población de
Canadá vive en uno de los tres principales centros urbanos –es decir, Montreal,
Toronto o Vancouver-, en contraste con los estadounidenses, de los cuales sólo
el 16% vive en alguna de sus tres ciudades más grandes, Nueva York, Los Ángeles
y Chicago. Y de éstas, sólo Nueva York experimentó al punk en su primera
encarnación. En Montreal, Toronto o Vancouver, bandas como 222S, los Viletones
y los Furies, se consolidaban de una manera u otra en casi en simultáneo a la
salida de "New Rose" de The Damned, considerado el primer single punk
del Reino Unido, el cual se muestra en la sección “importados" de la disquería
coloniales de su Majestad la Reina. Pero lo que ayudó a definir la primera ola
del punk canadiense no eran solo los mismos paisajes urbanos solitarios y
departamentos infestados de cucarachas como en cualquier otra ciudad del mundo
occidental. Lo que lo hizo fue el aislamiento. El hecho de que una banda de
Winnipeg se pasara un día manejando a algún lado para poder dar un show fuera
de su barrio, que una banda de Edmonton no pudiese ni siquiera pensar en la
posibilidad de contar con el presupuesto de grabación de un contrato
estadounidense, y que una banda de St. John tenga un océano entre ellos y el
resto del mundo.
Un error común
acerca del punk en Canadá es que se trató de una fotocopia de la música emanada
de New York y Londres. No hace falta escarbar mucho para descubrir la verdad. (…)
Con gandes distancias separando la mayoría de las escenas, hubo poca
polinización cruzada, que afectó la realización de una unidad sonora nacional o
identitaria. Lo que surgió fue un subproducto que el jefe de la oficina del New
York Times en Toronto, Andrew H. Malcolm llamó “adversidades compartidas” de
nuestras geografía. Una música definida no por características sonoras comunes
sino por una comprensión compartida del aislamiento.
Como
consecuencia de esto, Canadá produjo bandas que no hubiesen existido en otro
lado. Desde la caustica sátira social de Forgotten Rebels, al violento arte mitad banda, mitad performance
de The Viletones. Las condiciones sociales pudieron haber sido similares en
distintos lugares del mundo, pero los contextos creaban algo muy, muy
diferente. Se creó un espejo donde los canadienses podían mirarse a sí mismos,
mostrándonos un duro, divertido y heterogéneo grupo de gente en busca de un
urgente cambio de paradigma."
Sam Sutherland, Juventud perfecta. El nacimiento del punk en Canadá.
Entrada del Crash 'n' Burn de Toronto. Temprano, efímero y trascendental antro punk de la ciudad durante 1977.
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