jueves, 29 de septiembre de 2016

Human Switchboard (Cleveland, Ohio, 1977)

Como hemos visto en el reinicio de este repaso por las escenas musicales alternativas estadounidenses de los 70, la realidad social, económica y política de los grandes países industrializados hacia 1977 había acusado recibo de varias situaciones conflictivas a nivel internacional. Sólo en EE.UU., la Guerra de Vietnam y la llamada Crisis del Petróleo (Derivada a su vez, entre otros motivos, de la Guerra de Yan Kippur) habían socavado tanto los principios morales como económicos en los que el país decía sostenerse. En el segundo de los aspectos, las grandes industrias dependientes del petróleo importado comenzaron en los 70 una franca decadencia (que en algunos casos ya venía desde los 50) que arrastró con ella regiones enteras del país. En las grandes urbes los índices de violencia aumentaban y era en la juventud donde mayormente se expresaba el descontento, la frustración y el hastío.
La industria del espectáculo, siempre bien controlada en estos países, parecía no conformar a una amplia franja de la sociedad norteamericana que hacia 1977 decidió crear sus propias condiciones de expresión, no impuestas.
Eran expresiones de cambios inéditos en los epicentros capitalistas desde la posguerra. El Estado cedía terreno a sectores privados, que aparecían como los portadores de las soluciones de la vida pública. Eran muestras de la puesta en práctica de las doctrinas de los chicos de Chicago. Un Gobierno de magnates económicos, como lo ha sido durante décadas el de EE.UU., sean estos Republicanos o Demócratas, no podían hacer otra cosa que alentar la implementación de estas doctrinas para que las grandes corporaciones estadounidenses se enriquezcan más y más. Claro que esa implementación no se haría directamente en los propios EE.UU. Mientras los estadounidenses creían estar sumidos en la peor de las crisis desde los 30, sus gobiernos apoyaban dictaduras en Sudamérica y estimulaban guerras en países periféricos para hacerse con recursos que faciliten la apertura de nuevos mercados fuera del país.
Para ello fue fundamental la revolución tecnológica iniciada en los 70. A la gente común le llegaba en forma de artículos de confort para paliar los sinsabores de la crisis. Para los nucleos de poder político y económico, implicaba maneras de expandir el capital financiero, sin moverse de sus oficinas, apretando solo un botón. Ya no necesitaban fábricas, ni obrerxs.
Este mundo regido por botones, máquinas, impersonal, tendría su correlato en la lectura social que hicieron algunos de estos jóvenes descontentos de fines de los 70, con mayor o menor profundidad. Desde el uso de máquinas (Como hicieron los pioneros europeos de fines de los 60) que caracterizaría a parte del post punk, hasta la elección de letras o nombre alusivos a los nuevos tiempos.
La Universidad de Syracuse, ubicada en el Estado de New York, fue el lugar que reunió a Robert Pfeifer y Myrna Marcarian, con la inquietud común de formar un grupo musical a partir de su afición por Velvet Underground. Ello tomó forma durante el verano. Bob solía pasar esos meses en Kent, una ciudad del Estado de Ohio cercana a Cleveland, lugar en el que Myrna creció. Reunidos allí, se ditribuyeron los roles de guitarrista y tecladista, respectivamente, para luego sumar al baterista Ron Metz. Era el nacimiento de The Human Switchboard, algo así como el "Panel de comandos humano".
Las cosas marchaban tan bien que para el mes de octubre, ya habían entrado a grabar su primer EP autorealizado a través de su propio sello, Under the Rug.  Para el mismo consiguieron que David Thomas de Pere Ubu hiciera la mezcla final. El EP homónimo contaba con los temas “Fly-In”, “Distemper”, “Shake It”, “Boys”, “San Francisco Nights”. Se trataba de otro ejemplo de sonidos poco convencionales, que requerían una ardua tarea para posicionarse de manera estructurada frente a ellos, pero seductores a la vez. Gran parte de la claves de lo que sería el post punk. En cierto punto, muchos grupos de Cleveland querían escapar a la complacencia de la new wave y las limitaciones del punk rock. Pero presentaban la novedad y el minimalismo de ambos.
Claro que para mostrarse distintos, pararon la oreja a su debido tiempo a todos esos creativos que nutrieron a estas nuevas generaciones: Los Lou Reed, los Bowie, los Brian Eno, los Iggy Pop, los Kraftwerk.
Durante los siguientes dos años se mantedrían bastante activos, sacando dos singles, hasta que a principios de los 80 trasladarían su base de operaciones a New York

Fuente: http://www.howlinwuelf.com/html/humanswitchboard.html

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