Como hemos visto en el reinicio de este repaso por
las escenas musicales alternativas estadounidenses de los 70, la realidad
social, económica y política de los grandes países industrializados hacia 1977 había
acusado recibo de varias situaciones conflictivas a nivel internacional. Sólo
en EE.UU., la Guerra de Vietnam y la llamada Crisis del Petróleo (Derivada a su
vez, entre otros motivos, de la Guerra de Yan Kippur) habían socavado tanto los principios morales
como económicos en los que el país decía sostenerse. En el segundo de los
aspectos, las grandes industrias dependientes del petróleo importado comenzaron
en los 70 una franca decadencia (que en algunos casos ya venía desde los 50) que
arrastró con ella regiones enteras del país. En las grandes urbes los índices
de violencia aumentaban y era en la juventud donde mayormente se expresaba el
descontento, la frustración y el hastío.
La industria del espectáculo, siempre bien
controlada en estos países, parecía no conformar a una amplia franja de la sociedad
norteamericana que hacia 1977 decidió crear sus propias condiciones de
expresión, no impuestas.
Eran expresiones de cambios inéditos en los
epicentros capitalistas desde la posguerra. El Estado cedía terreno a sectores
privados, que aparecían como los portadores de las soluciones de la vida
pública. Eran muestras de la puesta en práctica de las doctrinas de los chicos
de Chicago. Un Gobierno de magnates económicos, como lo ha sido durante décadas
el de EE.UU., sean estos Republicanos o Demócratas, no podían hacer otra cosa
que alentar la implementación de estas doctrinas para que las grandes
corporaciones estadounidenses se enriquezcan más y más. Claro que esa
implementación no se haría directamente en los propios EE.UU. Mientras los
estadounidenses creían estar sumidos en la peor de las crisis desde los 30, sus
gobiernos apoyaban dictaduras en Sudamérica y estimulaban guerras en países
periféricos para hacerse con recursos que faciliten la apertura de nuevos
mercados fuera del país.
Para ello fue fundamental la revolución tecnológica
iniciada en los 70. A la gente común le llegaba en forma de artículos de
confort para paliar los sinsabores de la crisis. Para los nucleos de poder político y económico,
implicaba maneras de expandir el capital financiero, sin moverse de sus oficinas,
apretando solo un botón. Ya no necesitaban fábricas, ni obrerxs.
Este mundo regido por botones, máquinas,
impersonal, tendría su correlato en la lectura social que hicieron algunos de
estos jóvenes descontentos de fines de los 70, con mayor o menor profundidad.
Desde el uso de máquinas (Como hicieron los pioneros europeos de fines de los
60) que caracterizaría a parte del post punk, hasta la elección de letras o
nombre alusivos a los nuevos tiempos.
La Universidad de Syracuse, ubicada en el Estado de
New York, fue el lugar que reunió a Robert Pfeifer y Myrna Marcarian, con la
inquietud común de formar un grupo musical a partir de su afición por Velvet
Underground. Ello tomó forma durante el verano. Bob solía pasar esos meses en Kent,
una ciudad del Estado de Ohio cercana a Cleveland, lugar en el que Myrna
creció. Reunidos allí, se ditribuyeron los roles de guitarrista y tecladista,
respectivamente, para luego sumar al baterista Ron Metz. Era el nacimiento de
The Human Switchboard, algo así como el "Panel de comandos humano".
Las cosas marchaban tan bien que para el mes de
octubre, ya habían entrado a grabar su primer EP autorealizado a través de su
propio sello, Under the Rug. Para el
mismo consiguieron que David Thomas de Pere Ubu hiciera la mezcla final. El EP
homónimo contaba con los temas “Fly-In”,
“Distemper”, “Shake It”, “Boys”, “San Francisco Nights”. Se trataba de otro
ejemplo de sonidos poco convencionales, que requerían una ardua tarea para
posicionarse de manera estructurada frente a ellos, pero seductores a la vez.
Gran parte de la claves de lo que sería el post punk. En cierto punto, muchos
grupos de Cleveland querían escapar a la complacencia de la new wave y las
limitaciones del punk rock. Pero presentaban la novedad y el minimalismo de ambos.
Claro que
para mostrarse distintos, pararon la oreja a su debido tiempo a todos esos
creativos que nutrieron a estas nuevas generaciones: Los Lou Reed, los Bowie,
los Brian Eno, los Iggy Pop, los Kraftwerk.
Durante
los siguientes dos años se mantedrían bastante activos, sacando dos singles, hasta
que a principios de los 80 trasladarían su base de operaciones a New York
Fuente: http://www.howlinwuelf.com/html/humanswitchboard.html
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