miércoles, 1 de marzo de 2017

Cluster & Eno (Alemania/Inglaterra, 1977)

Es muy probable que el recorrido hecho en Ruidos en el Fondo desde el principio, atravesando lugares, épocas y estilos muy diversos con la intención de tener una idea mucho más amplia y compleja del fenómeno punk de fines de los 70, le resulte a muchxs inconexo y arbitrario. Sin dudas que tenemos nuestros gustos, pero más allá de ello, a medida que nos metemos en el corazón de la tormenta punk, entre los años 76y 79, empezamos a ver que, por ejemplo, no fue azaroso que en su momento hayamos dedicado un par de programas a escuchar la osadía de un puñado de músicxs mayoritariamente alemanes que, a contramano de los designios de la música comercial de la época, supieron tejer a base de experimentación una obra sonora riquísima, a la que genéricamente se conoce como krautrock: electrónica, noise e industrial, pueden rastrearse allí con visión de futuro, pero además nos traslada a la atmósfera de una Alemania de posguerra gris  y estancada culturalmente. De allí podíamos saltar a la apuesta estético musical de los glam rockers británicos, quienes también supieron construir mundos de fantasía, con puestas escénicas de vaudeville para entretenimiento de la clase trabajadora cansada de la seriedad sinfónica. Rock and roll espacial y hooligans de lentejuelas. En medio de estos mundos aparentemente distantes y aislados, surge la figura de un artista inglés ávido de nuevas aventuras artísticas, sonoras y visuales, que como un duende aparece casi en simultáneo en las grandes sedes de la innovación artística: Brian Eno.
Más allá de su importante rol en Roxy Music, tras su salida del grupo en 1973 se enfocó en producir y grabar junto diferentes artistas, trabajos que en algunos casos fueron publicados (Con Robert Fripp de King Crimson en varias oportunidades, con Nico y John Cale en Berlin en el año 74) y otros que no (Como el caso de las sesiones con los neoyorquinos Television).
El punk inspiró desde la libertad creativa a muchos que no se ataban solo a la apariencia o el revival. Y allí es donde aparece la conexión de Eno con aquelloxs osados alemanes experimentales. No fue azaroso que hayamos hablado de él en su momento y que vuelva a aparecer su  nombre en estas circunstancias, en ésta época.
Brian Eno, Dieter Moebius y Joachim Roedelium
La producción propia y con otros artistas se incrementará notoriamente entre los años 76 y 79. Claro que no lo veremos involucrado de lleno en el punk rock (Tal vez lo más cercano haya sido su estrecho vinculo con Judy Nylon del dúo Snatch,  la producción del primer disco de Ultravox!, en el que ya se vislumbraba algo de sus futuros sonidos, y su labor junto a unxs Talking Heads cada vez más alejadxs del clima punk del CBGB's). Así como desde su rol en Roxy Music inspiró a muchxs niñxs integrantes de las primeras camadas del punk británico, hacia fines de la década sentaría en cierto modo las bases de lo que vendría después del vendaval.
Es por ese entonces, que los senderos de Eno y del krautrock se cruzarán en proyectos concretos. Si bien esta corriente musical no estaba en auge, vivía una revitalización a partir del interés que en sus grupos mostraban artistas como David Bowie, Johnny Rotten o el propio Eno, quien desde un año antes venía trabajando junto al grupo alemán Harmonía.
En 1977 Eno se embarcaría en la grabación de una serie de temas junto a los músicos alemanes Hans-Joachim Roedelium y Dieter Moebius, integrantes del dúo Cluster. Las piezas se registraron en los Conny Plank’s Studios, ubicados en una zona rural a 35 km al sur de Colonia, Alemania. La primera parte de las mismas fue publicada en junio de ese año en un LP bajo el lacónico nombre de Cluster & Eno, a través del sello alemán Sky Records, fundado en 1975 y especializado en krautrock, Kosmische Musik y música electrónica.
Sin duda que al escucharlo, uno, a priori, no encuentra lazos visibles ni con el punk, o ni siquiera con la new wave. Es una mezcla perfecta entre el campo de la música ambiental que Eno empezaba a indagar por entonces (que en su disco previo adjudica los créditos de su invención a su musa punk Judy Nylon) y la experimentación de Cluster. En eso de generar climas, a través de melodías elaboradas pero que no caían en la trillada pomposidad del progresivo de años anteriores, podrían atención bandas que aparecían dentro del cada vez más cerrado circulo punk y que conseguirían de esa forma construir su propia lectura de libertad creativa que se suponía el punk implicaba (entre otras cosas). De hecho, sin ir más lejor, ya por entonces un Johnny Rotten cada vez mas cansado del ritmo frenético de los Sex Pistols, cada vez más signado por el amarillismo de los tabloides que por la violencia de su música, no dudaba en incluir entre sus inspiraciones al progresivo Peter Hammill o a los krautrock Can.
Si bien no se trata de un pilar ineludible del post punk, sí es interesante encontrar en este disco hecho por músicos con casi una década de trayectoria, herramientas que pronto empezarán a amalgamarse con la energía punk de la primera hora. Sintetizadores, ritmos cambiantes, introspección, cuestiones que poco a poco empezarán a ganar terreno.



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