La riqueza de la escena punk de Manchester en 1977,
ya no es ninguna novedad para nosotros, porque la hemos abordado a través de
diversos grupos en este espacio. Pero tal riqueza no se debía solo
a la cantidad, sino también a la diversidad de las propuestas. Así como con anterioridad hacíamos referencia a esa brecha abierta entre un punk tildado
de elitista y otro más popular, entre uno exclusivo y otro más llano (aunque en
ambos casos con rasgos dogmáticos), una intersección parece haberse dado a
partir de la obra de quien fuese conocido durante el año 1977 como el “poeta
punk”, John Cooper Clarke.
Como decimos siempre, el punk estuvo signado por
diversos modos de expresión, de los cuales la música es el más conocido y
difundido. Pero la poesía siempre estuvo ligada como inspiración de gran parte
de las formas de comunicación del punk. En EE.UU., la figura de Patti Smith
emerge como principal referencia. Con John Cooper Clarke, poesía y música punk
confluyen de manera original en el contexto británico.
Nacido en Salford, Lancashire en el año 1949,
Clarke tuvo desde niño un vínculo con la literatura, sin embargo abandonó el
colegio a los 15 años, convirtiéndose en una especie de autodidacta. A partir
de esta decisión, trabajó de diversas cosas: mecánico de autos, limpiador
de ventanas, prevención de incendiós en el puerto y empleado en un laboratorio.
Simultáneamente, desde principios de los 70, comenzó a incursionar en
performances de poesía, acompañado de música, en el circuito folk de su ciudad
natal, para pronto pasar a Manchester, donde se unió al grupo de Rick
Goldstraw, The Ferrets. Casi a la par, coqueteó con realizar una suerte de
carrera como comediante en clubs nocturno, algo así como lo que hoy llamamos
stand-up, pero ante la escasa repercusión, desistió.


John sentía que su faceta literaria y musical era
más fuertes, siendo el clima forjado durante 1977 crucial para que retome ese
camino, uniendo ambas cosas. Ese año se pone en contacto con el sello
mancuniano Rabid Records, manejado
por Tosh Ryan y Martin Hannett, que se había interesado en publicar algunos
créditos punks locales como Slaughter and The Dogs, Ed Banger y Jilted John.
La métrica poética de John Cooper Clarke no traía
consigo nada revolucionario, sin embargo, en cierto punto, lo era en aquel
escenario. Su capacidad para recitar a alta velocidad, con un típico acento
nasal traído desde su Salford natal, su actitud anfetamínica,
nerviosa, confrontativa y humorística a la vez, a lo que se sumaba una estética con la que expresaba una
bohemia que podía rastrearse en la herencia de los poetas beats de la década
pasada, lo hacían encajar perfectamente en la atmósfera de emergencia punk,
mucho más cuando su fondo musical coincidía con gran parte de estas
características. Así, empezó a formar parte del circuito punk de Manchester,
con bandas como Warsaw, The Fall o Buzzcocks.
Quienes se encargarían de hacer de soporte musical
a las performances de John sería un grupo armado para la ocasión, denominado
The Courious Yellows. En ella, Phil Middleton y John
Scott alternaban
el rol de bajista, siendo éste último a veces también guitarrista junto a Eric
McGann, y en la batería Joe
Viality. Con ellos, John (quie también aportaba lo suyo con la guitarra), entró
a grabar los temas que integrarían su single debut, el cual sería producido por
Martin Hannet (o Martin Zero, como se le decía), del sello Rabid Records.
Hannett participaría además en la batería eléctrica. El 7” se publicó en el
activo mes de octubre bajo el título de Innocentes,
e incluía el tema homónimo, además de "Psycle sluts parts 1 & 2” y “Suspended Sentence”.
Lees el diario, aburrido
Página uno,
la Regata de Henley
Consume muerte, uff…
Página tres, un gran culo.
Dale una pistola cargada a un lunático
Él camina, mientras otros corren
Treinta muertos, no es divertido
Los extranjeros son mostrados como objeto de
diversión.
Haz algo destructivo, amigo.
Sentate derecho, y escribile una carta a The Sun
Que diga... "Traigan de vuelta los
ahorcamientos"
Ellos tomaron mi consejo, y los trajeron de nuevo
El uniforme nacional era todo negro
Había cadáveres en las avenidas y los callejones
Amontonados perfectamente en pilas altas como de seis
hombres
Colgándolos de los semáforos y horcas especialmente
hechas
Ellos te colgarían por no pagar tus impuestos
El fracaso de la horca justificó el hacha
Un deeely dee, un deedely dum
Parece que trajeron de vuelta la horca para todos
La novedad murió, está en el infierno
Este lugar es una celda para condenados
Se oye el sonido constante de las campanas
funerarias
Aquellos que no están colgados, están colgando a otro
Los pueblos pagan, la prensa vende.
Es un feo anuncio, ese alarido sub animal.
La muerte es fea, se huele muerte.
La divertida Gran Bretaña no me preguntó
Pero ellos van a
traer de nuevo la soga para todos.
Con este debut, John Cooper
Clarke se convirtió, desde la norteña escena punk de Manchester, en un
caso singular. Luciendo como una especie de Bob Dylan punk, con sus
zapatos de hebilla, chupines y sacos negros, y poniendo el énfasis en el
modo de decir las cosas, se convirtió en una suerte de bardo para lxs
punks, que añadía el elemento del recitado. A partir de entonces su
singularidad lo convirtió en un personaje clave del periodo de quiebre
entre las primeras camadas punks y las nuevas. ¿Se podían poguear con la
poesía? Parece que John Cooper Clarke tenía la respuesta.
Fuentes:
Fuentes:
www.whycontrol1977.blogspot.com.ar
www.thegreatrockbible.com
www.johncooperclarke.com
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