jueves, 20 de octubre de 2016

Vertical Slit (Columbus, Ohio, 1977)

El advenimiento de la atmosfera punk al Estado de Ohio, sirvió como elemento liberador de un montón de fuerzas creativas mantenidas hasta entonces en el circuito muy subterráneo, cuando no en el anonimato. Estas primeras expresiones liberadas, muchas veces no respondían necesariamente a los parámetros de lo que hoy –o incluso entonces- implicaba el punk rock. A veces anclados en la experimentación progresiva pero con mentalidad futura, aunque con la transgresión punk, surgieron personajes muy necesarios para enriquecer aquella escena en formación, tal el caso de Jim Shepard.
Desde 1974 se sabe que Jim venía probando romper esquemas, añadiendo uan mezcla de instrumentos a priori incompatibles junto a fraseos poéticos, que hacían de su noise casero una obra pre punk.
Llegado 1977, se encontraba al frente de un proyecto llamado Vertical Slit, el cual produjo ese año un disco que con las décadas se ha convertido en un elemento clave para entender la transición vivida en aquellos años. Presentando elementos de los pioneros transgresores sonoros de la primera parte de la década, el disco Slit and Pre-Slit se volvería una referencia para saber que pasaba no solo en Columbus, sino en EE.UU., más allá del rock and roll desprolijo cada vez más convencional. Destapó un mundo que estrecharía lazos invisibles (e incluso desconocidos para ambas partes) con la naciente escena industrial británica y haría de Columbus una usina creativa singular. Aunque difícil de explicar en sus motivaciones o disparadores, más allá del ya mencionado escenario fabril decadente.
¿Qué tenían de particular esta grabación casi amateur? Para mucho será el simple fetichismo de conseguir alguna de las 100 copias editadas, que hacía que el cono de sobra sobre aquellos ruidos sea más amplio aún.  ¿Qué tenía de punk? Bueno, se sabe que hasta el 77 aquel adjetivo englobaba todo aquello indeseable o incluso difícil de encasillar, lo cual acababa convirtiéndolo en algo interesante. Cuando en ese año la “música punk” empezó trazar ciertos límites (ya sea para pertenecer, ya sea para venderse mejor), aún uno podía toparse con experimentos que venían empujando desde varios años antes y que con aquel vendaval asomaron la cabeza, más no sea en un terreno fangoso y revuelto. Todavía lo inclasificable, incomprensible, podía ser considerado “punk”, como bien lo vieron los Suicide de New York a comienzos de los 70 para sus ruidos fuera de contexto. Precisamente Vertical Slit parecía una broma sin sentido en aquel 77 donde ya se apuntaba a domesticar a la nueva ola.
El punk (así como ocurrió con los Cabaret Voltaire o los Swell Maps en Inglaterra, o con los recientemente reseñados Human Switchboard en EE.UU.) hizo que la obra de Jim Shepard no quede entre las cuatro paredes de su habitación, ático o garage simplemente. A lo sumo, fue como agregar algunos metros cuadrados más a su cuarto.
Hoy puede resultar lógico interesarse por artistas como Bowie, Lou Reed o Brian Eno, incluso si uno los imagina en los 70 siendo respetados y llenando locales. Pero aún en sus años de esplendor, escucharlos y reverenciarlos no era la regla en lugares como Columbus, lo cual Shepard sabía. También uno puede rastrear locuras descolgadas de la psicodelia de fines de los 60 como los siempre mencionados Captain Beefheart o Mother of Invention de Frank Zappa. Así y todo, Shepard sorteó esa encrucijada entre los osados sonidos pasados y los previsibles sonidos nuevos. Y salió algo tan personal, íntimo y ecléctico, como atractivo, renovador y complejo. Aunque lejos, bien lejos de la palabra “éxito”.  Es casi como publicar como libro un diario íntimo, con la certeza de que todas esas visiones del entorno acumuladas durante los primeros 70 debían salir a la luz. Tal vez en ello resida el paso del proto-punk al punk. Así y todo, uno podría desenganchar de aquel marco este singular registro, y tampoco parecería algo descabellado. Con lo cual una vez más se demostraba que la singularidad, más que el ideal de movimiento, es el que marcó a gran parte de las manifestaciones que usaron, queriendo o no, las herramientas expresivas que el advenimiento del punk trajo a finales de los 70.
En el plano estrictamente sonoro, el disco incluye grabaciones hechas a lo largo de tres años, en baños, habitaciones y otros rincones, donde instrumentos ejecutados de manera poco convencional, se mezclaban con cintas manipuladas, sirenas y llamadas telefónicas.  El disco aparecido en mayo del 77, incluyendo un cover de Lou Reed, “The Bed”.



Fuente:
www.fuckinrecordreviews.tumblr.com/post/72935906865/by-tom-carter-request-the-history-of-vertical 
www.shit-fi.com

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