miércoles, 12 de abril de 2017

Sham 69 (Hersham, Surrey, Inglaterra, 1977) Pt. 3

Habiendo hecho un somero repaso por las aventuras de Sham 69 a lo largo del excitante año 1977, cabría preguntarnos ¿Es acaso más justificable la violencia vivida en sus gigs que la que se generaba en los de Skrewdriver?
No se trata tanto de justificaciones sino de contextualizaciones.En la primera mitad de los años 70 diversos conjuntos que giraban alrededor de la paródica efervescencia glam, contaban -a pesar de lo que podría pensarse- con una amplia afición proletaria, casi hooligan, tal el caso de Sweet, Mott The Hoople o Jook, entre otros. En la segunda mitad del 77, hicieron su irrupción al escenario abierto por el punk rock, algunos grupos conformados por chicxs que, en muchos casos, habían vivido esa etapa precedente. Era una segunda camada de punks cuyos seguidores decían ser de la clase laburante, reeditando de algún modo esa costumbre, en cuanto a la procedencia de los fans antes citada. Pero lo cierto es que, si bien la gran mayoría de estos aficionados -muchas veces agrupados en barras, como en el fútbol- provenía de los suburbios de los grandes centros urbanos británicos, se trataba más bien de borregos recién salidos de la adolescencia, desocupados y que, en busca de algún tipo de identidad o grupo de pertenencia, vincularon pasado y presente a través de la conjunción dos subculturas.Una, cuyos ecos aún se sentían en los barrios periféricos, con sus raíces hundidas en la propia clase trabajadora inglesa que vivió a fines de los 60  el epílogo de la etapa de apogeo del industrialismo, el Estado benefactor y el despegue capitalista de posguerra, tal como era la de lxs skinheads . Otra, absolutamente contemporánea y mucho más diversa en su conformación, aunque adoptando su costado más lumpen, como la de lxs punks. 
Aunque estéticamente uno podía conectar a estos aspirantes a skinheads con los de una década atrás, ya no eran laburantes que esperaban  el fin de semana para ir a bailar ska o que gastaban sus morlacos en pilchas o 7" de música jamaiquina. Aunque seguían manteniendo a los estadios de fútbol como un irrenunciable lugar de ecuentros (por lo general violentos), eran ahora los pubs y clubes que albergaron el auge del punk los que empezaban a recibirlos, entre pintas y brabuconadas.
Jimmy Pursey. 1977
Es decir, lo proletario, la conciencia de clase, podía apreciarse más en algunas proclamas disparadas desde las letras de bandas como Sham 69, Menace, Cock Sparrer o, incluso, los iniciales Skrewdriver, que en aquellos grupos de seguidores, provenientes de los suburbios más castigados por la crisis económica y social de los años 70, que anunciaba el avance neoliberal. Más que una actitud reivindicatoria de las luchas de la castigada clase obrera, se hizo más visible una búsqueda catarquica por parte de estos chicos, frente a un panorama desalentador y frustrante. 
Esta deriva, esta energía que podía pasar por antiautoritaria pero que se volvía difusa por momentos, sería pronto canalizada, tanto por la prensa ávida de sensacionalismo despojado de cualquier encuadre social como por los renacientes partidos explícitamente neonazis. ¿Que vieron estos últimos en estas camadas que las haga considerarlas terreno fértil para sus pretenciones? Difícil es rescatar un solo factor que haya contribuído de manera definitiva a que  -es justo decirlo- algunxs de lxs nuevxs skinheads junto a -es justo mencionarlo también- algunxs punks se encolumnen detrás de las consignas racistas del National Front a fines de los 70. 
De todos modos, a riesgo de plantear caminos lineales, la territorialidad de los skinheadas -el barrio, el pueblo, el equipo de fútbol- que justificaba sus batallas semanales, era un base fuerte para instalar un inicial sentimiento nacionalista que pronto derive en odio al otro, en este caso el extranjerx. Y esx extranjerx se converitría en el motivo por el cual lxs chicxs británicos no podían conseguir trabajo. Así, la violencia encontraba un objetivo hasta entonces difuso. Del apoliticismo que declamaban los originales skinheadas, ahora los convertían en la cara de un resurgir fascista que de Gran Bretaña se expandería al resto de Europa. Por suerte esto no fue tan monolítico, pero implicó una batalla sinuosa por revertir tal imagen.
Así mismo, lo que pocos meses atrás era provocación punk, salida de las tiendas de King's Road, apelando a una imaginería filo fascista que incomode a la hipocresía de la genreación de sus padres, acudiendo a brazaletes con esvásticas o prendedores con cruces gamadas, ya no hacía ni cosquillas en la segunda mitad del 77, corriéndo peligrosamente los límites entre quienes los llevaban como elemento de shock, por ignorancia o por simpatía. De estas ambivalencias también trataron de sacar tajada los partidos de extrema derecha.
Pero más allá de los ámbitos de coptación, era en el descontento de los epicentros obreros, donde se intentaba minar la conciencia de una clase cuyos intereses decían defender. Por supuesto, lejos de eso estaban.  Estos pendejos, desocupadxs ellxs e hijxs de desocupadxs muchas veces también, iban a ser la carne de cañon, más que las "fuerzas de choque", de grupúsculos que de otro modo no hubiesen encontrado eco en la sociedad -lo que no significa que la xenofobia y el odio indiscriminado a lo diferente no estuviese ampliamente presente entre lxs ingleses-. Se nutrieron de la crisis y de la descomposición social que el capitalismo generó en esos años. Pero las repercusiones a todo este proceso, corresponden más a los años posteriores a 1977.



Retomando la pregunta incial, para lxs que miraban de afuera solo se trataba de bandas mas o menos parecidas, en cuyas presentaciones solía producirse algún quilombo. No importaba que se llamen Sham 69 o Skrewdriver. "Evidentemente algo del mensaje de estos grupo contribuye al caos que se genera a su alrededor", podía ser un razonamiento extendido por esos días. La contemporaneidad con los acontecimientos, la falta de distancia para con ellos, podía entenderse como un obstáculo para advertir las diferencias entre los grupos en cuestión. Cuarenta años después, y a la luz de las respectivas trayectorias, queda todo más claro. Sin embargo, ya entonces existía la posbilidad de entender que aunque el perfil de los públicos coincidiera en un comienzo, no se trataba de lo mismo. Puede achacársele a Jimmy Pursey haber insistido demasiado en su política de no echar a nadie de sus conciertos, cualquiera sea el motivo. Este también era un punto de coincidencia entre ambos grupos, que decían "reflejar la realidad de las calles". La diferencia sustancial radicaba en que Pursey confiaba casi obstinadamente en la capacidad de su discurso para convencer a quienes se imponía por medio del odio, de que lxs enemigos no estaban en un gig punk.. Pero como dijera Buenaventura Durruti, "al fascismo no se le discute, se le destruye". Ian Stuart, el líder de Skrewdriver, por su parte, simplemente deambuló por un sendero que pasó de la indiferencia a la simpatía frente a estos gestos fascistas cada vez más comunes en sus recitales. Por lo que su posterior rol en el rebrote neonazi, aprovechando el descontento de los secotres populares y de cierta subcultura juvenil, no solo en Gran Bretaña sino en el resto de Europa, no pudo haber sido resultado de la casualidad.
Dejando de lado el contrapunto de Sham 69 con los impresentables de Skrewdriver -en tanto expresiones de la nueva camada del street punk-, surgen en el camino otros interrogantes.


The Clash también intentó plasmar la travesía de ser unx chicx en la crítica Inglaterra de 1977. "What's my name", "Career Opportunities"y la gráfica "White Riot" son claro ejemplo de ello. Pero a su vez  estaba clara el objetivo de direccionar la furia primal del punk, dandole a la rebelión cierto marco político. Un posicionamiento. Y eso hizo que sus shows -llenos de pibxs de suburbios proletarios como en Sham 69-  no fueran objetivo frecuente de los neonazis. Pursey y compañía advirtieron un poco tarde lo importante de afianzar ese posicionamiento. Mientras, seguían creyendo que podía generarse una cofraternidad entre los que estaban arriba y abajo del escenario por el simple hecho de compartir orígenes, se estaba perdiendo de vista la conflictividad latente que atravesaban los sectores populares y más vulnerable de la sociedad inglesa de la época, de lo cual sacaría tajada como siempre la élite dominante, tal cual lo demostrarían los resultados electorales de fines de los 70.
Lo que parece quedar claro es que los Sham 69 de 1977 no eran deliveradamente vende humo y buscadores de "un público". Aquellxs que se sentían identificadxs con sus canciones, irían a verlos, sean estxs punks, skinheads o nada de eso.
Seguramente un solo testimonio no sirva para ilustrar la diversidad de los seguidores del conjunto oriundo de Hersham. Aunque sí suma en la intención de revisar, desde distintas perspectivas, los procesos que involucran al fenómeno punk.
Nigel B, un fan de Sahm 69, declaraba en el año 2008:
"Amaba a Sham 69. Fueron la banda punk que vi más veces que cualquier otro en los embriagadores días del '77 -'78. Yo era demasiado joven para ver a los Pistols en el '76, y ellos aparecieron a comienzos del 77, justo antes de empezar a ir a conciertos. La primera vez que vi a Sham 69 fue en el 100 Club. Había 10 personas en la audiencia: mis dos compañeros, 7 skinheads y yo. Más temprano, ese mismo día, Sham 69 había firmado con el sello  de Mark P Step Forward . Los skinheads le reclamaban a Jimmy Pursey haberse "vendido". Jimmy respondió con lo que sería una mezcla familiar de súplica y sinceridad -este estilo iba a ser más frecuentemente utilizado para tratar de detener a las hordas que se trenzaban en peleas-, aunque en esta ocasión Jimmyles recriminaba  que "no estamos vendidos". Las cejas distintivas de Jimmy siempre se usaron con gran efecto cuando estaba tratando de convencer a una multitud indisciplinada de seguir sus sugerencias.Me quedé impresionado con Sham en ese concierto del 100 Club. Jimmy Pursey era un hombre comprometido y apasionado. Grandes melodías, grandes letras, gran actitud y sentimientos simples. ¿Quién podría discutir la frase "es sólo una falsificación, no se equivoquen / una estafa para mí, un Rolls para ellos"?Step Forward, por supuesto, lanzó más tarde el excelente EP I Don't Wanna / Red London / Ulster Boy. Un fragmento original de magia punk.De alguna manera, la popularidad de Sham 69 pareció aumentar dramáticamente durante los siguientes meses, al igual que el número de skinheads que aparecieron en sus conciertos. Las peleas y los skinheads se volvieron cada vez más intimidantes y el ambiente de celebración de 'nosotros contra el mundo' dio paso a la situación de 'música para ir a pelear'. Siempre he sido un amante no un pelear.Mi último concierto de Sham fue en la Roundhouse en el Otoño del 77. Al menos la mitad de la gente eran skinheads, más muchos otros merodeando afuera sin entradas. Una pandilla intentó meter un camión en reversa por una de las salidas de incendios, con la intención de entrar. Ese recital fue muy violento y no volví a ver a Sham tocar en vivo de nuevo. Coincidentemente, el concierto fue filmado para The Old Grey Whistle Test. El clip que mostraron incluía a Jimmy dandole a un joven punk que estaba adelante los rstos de su cerveza. Ese joven punk era yo. Cualquiera que haya tenido la suerte de experimentar de primera mano la emoción del punk rock en Gran Bretaña durante 1977, estará de acuerdo en que Sham 69 fue uno de los mejores grupos. Hoy en día la gente parece recordarlos por sus éxitos ligeramente caricaturescos, como 'Hersham Boys', 'Angels With Dirty Faces', 'The Kids Are United' y 'Hurry Up Harry'. Pero las primeras canciones -cosas como Borstal Breakout, Ulster Boy, Rip Off, What Have We Got, Tell Us The Truth, Questions and Answers- estaban entre las mejores del punk británico."


Fuente: www.punk77.co.uk

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