Salirse de la norma, hacer lo que lxs demás no esperán, puede estar incluída en cualquiera de los múltiples y variados intentos por definir lo "punk".
Siguiendo esta idea, esto lejos estaría de ser una manifestación propia del siglo XX. Pero cuando acortamos el contexto y nos ubicamos en la segunda mitad de dicha centuria, la mezcla entre la cultura pop y determinados marcos sociales, generan engendros que se vuelven mutantes aún en espacios vistos de reojo, como el rock and roll.
En ese grupo podemos ubicar a Hasil Adkins. No hay certezas, pero se cree que nació en el 29 de abril de 1937 en Boone County, West Virginia. Pronto se ubicó en el sur del estado, en la zona de los Apalaches, donde se vinculó desde pequeños con los sonidos del área, como por ejemplo el hillbilly. Su padre, minero durante años, le dijo que nunca intente seguirlo en el oficio.
Hasil tomó el consejo al pie de la letra y se volcó a la música, o mejor dicho, al ruido. Baldes de lata, botellas y jarras -entre otros objetos- se convirtieron en sus instrumentos. Cerca de los veinte años, la explosión del rock and roll, lo llevó a probar suerte en algunos escenarios donde, a falta de una banda que lo soporte, se destacó por sus particulares movimientos, casi espasmódicos.
Desde entonces -salvo excepciones- él era su propia banda. Escribía e interpretaba sus propias canciones, además de ejecutar los diversos instrumentos. Especialmente, guitarra y batería al mismo tiempo.
Cuando el rock and roll parecía seguir un inevitable camino a cantar sobre lo aceptado, Adkins redoblaba la apuesta dandole a sus tema una mezcla de connotaciones sexuales, violencia y sarcasmo. Todo ello promediando los años 50, cuando la palabra "punk" era todavía un adjetivo homofóbico propio de la jerga carcelaria.
Su música frenética, perdida entre los hits de su tiempo, renacería fines de los 70 cuando aparece ese subgénero llamado "Psychobilly", de la mano de grupos como The Cramps -quienes no se consideraban como tal, pero bueno...-, o los británicos The Meteors.
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